Reprimir las caravanas de migrantes  suma  violencia a  la desesperación

Recientemente avanzó la primera caravana del año 2021 compuesta por unas 6,000 personas procedente de San Pedro Sula, Honduras con destino a EEUU.  Este masivo éxodo de migrantes ocurre a pocos días de que el presidente electo, Joe Biden, asuma el cargo. Al ingresar a Guatemala, fueron repelidos violentamente por fuerzas militares y policiales y acusados de no cumplir procedimientos migratorios y protocolos de bioseguridad por el COVID-19. En tanto que México refuerza la frontera con Guatemala para evitar su avance.  

Estos flujos migratorios se generan debido a la falta de oportunidades en sus países de origen, a la extrema pobreza, a las situaciones de violencia que se tornan intolerables, a situaciones sociopolíticas que violan permanentemente los derechos humanos, a la pérdida de medios de vida causada por los huracanes que afectaron la región a finales del año 2020  y a otras muchas causas que impiden a miles de latinoamericanos vivir en condiciones de seguridad y dignidad. Sumar más violencia a la desesperación, lejos de solucionar el problema migratorio, lo agrava.  

La política pública de los Estados para el abordaje de la situación que padecen los migrantes no puede ser la represión. Ante el reciente padecimiento y violencia la que se han visto sometidas las personas migrantes hondureñas, hacemos un llamado a los Estados para que garanticen la protección de su derecho a migrar en particular y de sus derechos humanos en general, para que den respuestas efectivas a las solicitudes de refugio considerando que son vidas en riesgo, para que aseguren los derechos de la niñez migrante no acompañada que hace parte de las caravanas, que accedan a los servicios de salud para evitar la propagación del COVID-19 y para velar por el cumplimiento de la legislación nacional e internacional en materia migratoria.